Francisco Franco falleció un 20 de noviembre de 1975 – 25% de la población actualmente son nostálgicos de su régimen
Material proveniente de RTVE
Francisco Franco murió oficialmente el 20 de noviembre de 1975 a los 82 años, aunque siempre se ha sospechado que el fallecimiento se produjo a última hora del día anterior.
Cuarenta y cuatro años después de que Francisco Franco fuese enterrado en el Valle de los Caídos, los restos del dictador han sido exhumados del mausoleo de Cuelgamuros y reinhumados en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, lo que convierte al 24 de octubre de 2019 en un día histórico que pone punto y final a una tensa batalla judicial entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la familia Franco.
El lugar donde estaban los restos de Franco ha sido modificado, cambiando la sepultura (donde se ven las flores a la izquierda), por una loza negra (foto derecha).
44 años después de la muerte del dictador, todavía hay un 25% de la población que considera que el franquismo tuvo cosas buenas y son nostálgicos de su régimen. De hecho, días antes del cierre temporal del Valle de los Caídos cientos de personas se fotografían ante las tumbas de Franco y José Antonio, algunas realizando el saludo fascista.
La salud del dictador a los ochenta años era delicada, con un párkinson avanzado y con los muchos estragos que en su juventud le habían dejado la guerra de Marruecos.
Pese a ello, el dictador se ausentó solo dos veces en toda su vida de la reunión del Consejo de Ministros. La primera fue en noviembre de 1959 por culpa de una gripe. La segunda fue en mayo de 1973 por un problema en la boca relacionados con una enfermedad en la mucosa de la lengua, el paladar y las mejilla, una infección causada por hongos cándida albicans que le llenaron la boca de úlceras y pusieron en riesgo su vida en ese año.
Los médicos advirtieron al dictador de que, a su edad, aquella infección podía ser mortal si se extendía a otras mucosas, especialmente a la bronquial y a la pulmonar. No obstante, la infección remitió a tiempo.
Un complejo historial médico
A principio de julio de 1974, Franco sufrió una tromboflebitis. Un trombo, junto a una subida de urea, derivado de las muchas horas que el dictador pasó sentado aquel verano frente al televisor viendo los partidos de la fase final del Mundial de Fútbol que se celebró en la Alemania Federal. Frente a la pantalla, Franco desarrolló un absceso bajo un callo y requirió asistencia médica.
La prueba de que aquello fue más grave de lo que se informó entonces es que el ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas, reunió a los directores de diarios para hablar de las llamadas «previsiones sucesorias». Don Juan Carlos fue, de forma interina, jefe del Estado durante 15 días, hasta el 2 de septiembre.
El equipo médico de Franco, encabezado por Vicente Gil, evitó que el trombo derivara en embolia pulmonar gracias a su ingreso en la clínica Francisco Franco, hoy Hospital Gregorio Marañón. Tuvo náuseas y varias hemorragias, e incluso vomitó coágulos de sangre, pero la tromboflebitis no derrumbó a Franco. Al menos no de momento… Sumido en una vida sedentaria y protegido por su entorno familia, el dictador vio como la enfermedad se disgregaba en distintas complicaciones circulatorias y respiratorias tras aquel primer susto.
El médico Vicente Pozuelo, que se hizo cargo a partir de entonces de la atención diaria de Franco, las surrealistas terapias iniciadas con el fin de combatir el sedentarismo del anciano dictador:
Los últimos días
Las marchas militares y las nuevas terapias no impidieron que a Franco se le acentuara el párkinson y sufriera un nuevo episodio de tromboflebitis, aunque fuera de forma leve, al siguiente año. 1975 fue un año pésimo a nivel político para el régimen: con el problema del Sáhara a punto de estallar, atentados terroristas y con un rechazo mundial a las últimas ejecuciones del franquismo el 27 de septiembre de 1975.
Tres días después de su último acto público, el día 12 de octubre, Franco sufrió un episodio cardiaco en El Pardo que, en principio, se pensó estaba causado por una simple gripe. Le dolían los hombros, el pecho y sentía una gran opresión… Un electrocardiograma confirmó que había sufrido un infarto. No obstante, el dictador insistió en asistir de su propio pie, sin silla de ruedas, al Consejo de Ministros que se celebró el día 17 de octubre.
Tal vez fue consciente, antes que nadie, de que aquellos iban a ser su último consejo y sus últimos días sobre la faz de la tierra. Al día siguiente, escribió su testamento y accedió a que su pronóstico médico se hiciera público. El 21 de octubre de 1975, la Casa Civil comunicó que «en el curso de un proceso gripal, Su Excelencia el Jefe del Estado ha sufrido una crisis de insuficiencia coronaria aguda.
El infarto fue el detonante para la agonía final de Franco. Franco quedó reducido a una maraña inmovil de piel y huesos. En un parte médico a finales de ese octubre, se informó de un deterioro crítico, con parálisis intestinales, trombosis venosa mesentérica y problemas renales. El 25 de octubre el Obispo de Zaragoza le administró la extremaunción y le preparó para lo peor.
Franco entra en coma
El 3 de noviembre de 1975, Franco entró en coma por una hemorragia gastrointestinal, cuyo intento de taponarlo con balones especiales fracasó y obligó a intervenir al paciente de urgencia. Esa noche, el dictador perdió la conciencia y, salvo algunos momentos de lucidez, nunca la volvió a recuperar.
El día 7 de noviembre, Franco fue trasladado en un convoy de once vehículos a La Paz debido a nuevas hemorragias, en este caso de la boca y la nariz. En las sucesivas intervenciones, al dictador se le retiró el noventa por ciento del estómago y le localizaron 11 úlceras sangrantes. A causa de las perforaciones, Franco contrajo una peritonitis aguda que le provocó, a su vez, fallos multiorgánicos.
El día 14, por tercera vez en menos de 15 días, hasta 32 facultativos le intervinieron de nuevo. Impotentes ante lo irreversible, Vicente Pozuelo aseguró que se probaron «todos los tratamientos que se nos ocurrieron»
Nada se podía ya hacer, salvo esperar a que se produjera la muerte oficial. En torno a las once de la noche del 19 de noviembre, Carmen Polo, esposa de Franco, Carlos Arias y otros personas del entorno familiar acudieron al hospital, una convocatoria que está en el origen de la teoría de que para entonces ya había fallecido Franco y que, si no se dijo nada aún, fue para que coincidiera con el día 20, aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera. Y, ciertamente, no coinciden las horas en la que llegaron los embalsamadores con la primera información sobre el fallecimiento, a las 4.58, a través de un flash de Europa Press.
La opción más aceptada es que ya en la noche del 19 se le retiraran los tubos que le conectaban a las máquinas, mostrando en ese momento un electroencefalograma plano, pero que la muerte no le alcanzó hasta una hora indeterminada de la madrugada cuando la respiración asistida se interrumpió.